El reto de gestionar las emociones
La vida nos plantea situaciones de superación y de reto. Ante estas vivencias las emociones están muy presentes y se viven intensamente, con uno mismo y con los demás.
Entendemos por emoción un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada (Bisquerra, 2000). Una emoción se genera ante una situación externa, o bien por una situación interna producida por un recuerdo o pensamiento.
Todos los seres humanos sentimos, pensamos y actuamos. Ser conscientes de las emociones es un paso muy significativo para el desarrollo y el crecimiento personal y social.
Todas las emociones, sean agradables o desagradables, positivas o negativas son igual de importantes. Es necesario vivirlas ya que ellas tienen una función en nosotros y en nuestro medio. Nuestra cultura y nuestra educación tienden a reprimir las emociones y a verlas como un aspecto aislado de la persona. Pero es preciso tenerlas muy presentes ya que ellas forman parte de nuestras decisiones diarios, motivaciones, relaciones y juegan un papel esencial en nuestra salud.
Es necesario llorar y sentir tristeza, al igual que sentir alegría y felicidad
Dedicamos más tiempo a hacer y pensar y poco o casi nada a tomar conciencia de nuestras emociones. Por ello, ante situaciones complejas de la vida es justamente cuando las emociones, si no se saben gestionar, pueden llevarnos a enfermedades tales como la depresión o incluso a estados de desesperación que nos bloquean para tomar decisiones.
Para una buena gestión o canalización emocional es necesario educarse emocionalmente y, si puede ser, formarse en este ámbito. Todos y todas necesitamos una educación emocional ya que para nuestra vida es necesario ser competente. El éxito no está en tener muchos conocimientos académicos, sino en saber gestionar nuestra vida y nuestras emociones.
Los efectos de una buena gestión emocional son una mejor percepción y estima hacia uno mismo ya que nos sentimos capaces de controlar nuestras emociones y no son ellas las que controlan nuestra vida. Un efecto positivo también es la capacidad para conectar con otros y mostrarnos sensibles y conscientes de las emociones de los demás. Además, una buena gestión emocional facilita la solución constructiva de problemas. Y para nuestra salud supone un equilibrio y un bienestar subjetivo.
Aprendizaje y desarrollo para ser más competentes en la vida
Nunca es tarde para aprender a desarrollar nuestras competencias emocionales. Entendemos por ser competente emocionalmente la capacidad que desarrolla toda persona, ante cualquier escenario de la vida, siendo conscientes de las propias emociones y las de los demás, de gestionar las emociones negativas y utilizar estrategias para una mejor autonomía emocional y social.
Para poder aprender a gestionar las emociones debemos entender qué significa: la gestión emocional es la capacidad para manejar las emociones de forma apropiada, potenciando las emociones agradables y canalizando las emociones desagradables.
Primer punto de partida. Nuestra forma de pensar, si no somos conscientes de ello, nos influye, nos contagia emociones y nos condiciona la forma de actuar.
"No estamos perturbados por las cosas en sí, sino por la forma que tenemos de pensar sobre las cosas". (Epicteto)
Algunos elementos clave para gestionar las emociones
Elementos internos: desarrollados individualmente
- Distanciamiento cognitivo. Separar los problemas de nuestras emociones y poner distancia para no vernos contagiados ante las situaciones difíciles.
- Reestructuración cognitiva. Consiste en cambiar los pensamientos negativos por otros positivos.
- Sentido del humor. Ver las cosas de formar relativa. Es un criterio de madurez humana.
- Actitud positiva. Ver el vaso medio lleno y no medio vacío, facilita encontrar los aspectos positivos, las cualidades y no los defectos para superar las adversidades.
- Practicar meditación, relajación, ejercicio y cualquier actividad que nos aporte energía positiva.
- Aceptar la propia responsabilidad. Decidir sobre los aspectos que dependen de uno mismo. Aunque las situaciones no sean controlables, sí que es responsabilidad de cada individuo cómo afrontarlas tanto sea desde la responsabilidad como desde la culpabilidad.
Elementos externos: a desarrollar con los demás
- Buscar apoyo social y profesional. Pedir ayuda a profesionales para que nos ayuden a gestionar mejor nuestras emociones y sentimientos.
- Ayudar a los demás. Empatía con otras personas y situaciones que necesitan ayuda es un factor que contribuye a cambiar los estados de ánimo.
- Realizar actividades de ocio con otras personas. Jugar con nuestros hijos o hijas, reír y sonreír divirtiéndonos con ellos, experimentar emociones positivas que nos hagan sentir mejor y que nos ayuden a distanciarnos de los problemas.
Algunas consideraciones sobre la práctica de la educación emocional
Según las bases didácticas de la "Educación emocional: propuestas para educadores y familias" (López-Cassà, 2011), el adulto es el modelo y el referente de los niños y niñas. Por eso, el adulto debe:
- Permitir que, sin prohibiciones, expresen las emociones que sientan.
- No eliminar las emociones negativas.
- Hablar de las emociones con total naturalidad, sin dramatizaciones.
- Reconocer sus emociones para facilitar que ellos reconozcan las emociones de los demás.
- Recordar al niño o niña que le queremos, sientan la emoción que sientan.
- Contemplar el lenguaje emocional a través del cuerpo y la palabra.
- Dejar que los niños se familiaricen con estrategias de bienestar (relajación, respiración, meditación, diálogo interno, etc.).
- Permitir que el niño o la niña se equivoque y aprenda a ser más autónomo emocionalmente.
- Ayudar a que el aprendizaje emocional tenga en cuenta la perspectiva del otro.
- Dejar que los niños y niñas se emocionen y expresen lo que sienten.
El reto de la gestión emocional está en uno mismo, ¡tú puedes!
Autora: Èlia López Cassà. Maestra, psicopedagoga y doctora por la Universidad de Barcelona. Miembro activo del GROP (Grup de Recerca en Orientació Psicopedagógica) de la Universidad de Barcelona.
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