Anécdotas en el supermercado
Gonzalo era pequeño, pequeño pero muy listo. Le gustaba comer de todo, pero adoraba especialmente los yogures. A Carlota también le gustaban, pero no tanto como a Gonzalo. Los yogures eran la pasión de Gonzalo.
Le gustaban todos, los grandes, que son para compartir, los pequeños, que son para repetir, los blancos y los rosas, los que tienen trocitos de frutas y los que son líquidos, los de leche y los de soja. Y, a veces, jugaba a hacer torres con los envases.
Un día, cuando Gonzalo era muy pequeño, fue con su familia a hacer la compra. Como Gonzalo casi no andaba, le sentaron el asiento que hay en los carros de la compra, en esos donde los niños quedan mirando hacia sus papás... y a veces es un poco aburrido.
Empezaron a hacer la compra: la carne, el pescado, las frutas, las verduras, el congelado… mamá, papá y Carlota ayudaban a meter en el carro lo que llevaban escrito en una notita, que, por supuesto, Gonzalo no sabía leer.
Cuando llegaron a casa comenzaron a ordenarlo todo y, de repente, aparecieron yogures de todas las clases y sabores, yogures que sus papás y su hermana Carlota no habían visto nunca.
Su mamá dijo: - Qué raro, nunca compramos tantos yogures. Papá, ¿has cogido tú estos yogures?
Papá dijo: - No, pensaba que había sido tú.
Mamá: - No, yo no he sido. ¿No habrá sido Carlota?
Carlota: - No, yo no he sido.
Y todos dijeron a la vez: -¡Oh no, ha sido Gonzalo!
Pero como Gonzalo todavía no sabía hablar, no le pudieron preguntar. Mejor dicho, sí le pudieron preguntar pero él no sabía responder.
Aquello era increíble. ¡Los bebés no hacen la compra!...bueno, al menos los bebés normales. ¿Acaso se trataba de un súper-bebé-comprador de yogures? ¿Acaso los yogures adoraban a Gonzalo y se subieron solos en el carro?
Entonces recordaron que haciendo cola para pagar, el carro de la compra quedó al lado de un expositor de yogures. Seguro que Gonzalo aprovechó para coger todos los yogures que pudo y los metió en el carro.
Eso pensaron, pero la verdadera historia…será siempre un misterio, el misterio de los yogures.
Y, al fin y al cabo, ¡qué ricos están los yogures!
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